lunes, 17 de diciembre de 2012

Nuevo proyecto en marcha.

Llevo un tiempo escribiendo exclusivamente un nuevo relato, y por el tiempo y las páginas que ya llevo escritas, dudo mucho que no lo vaya a finalizar, aunque en esta ocasión me está costando más de un quebradero de cabeza. Este es el primer libro que escribo tirando de documentación (básicamente del señor Wikipedia) y en el que he multiplicado los personajes en busca de una historia más llena, larga y completa. Además, en este relato abordo los viajes espaciales, algo que para quién no gusta de incurrir en inconcluencias, complica en exceso el trabajo. Quizá (por otras historias personales que no vienen al caso) no estoy al cien por cien centrado en la historia, y es por eso que mi productividad es baja, y a veces nula. Pero no os preocupeis, que aunque no soy alto, ni guapo, ni aparco un ferrari en la puerta, si alguna virtud tengo es que nunca dejo una cosa a medias.

  En cuanto a los otros libros, las ventas se pueden resumir estadísticamente con un número de una sola cifra: cero. Sin embargo, no me preocupa. Comencé a autopublicar muy pronto, pocos meses después de que Amazon nos diera esta oportunidad a los escritores sin puerto. Este año la oferta vía autopublicación a aumentado exponencialmente, finalizando en un mar de títulos en el que los míos, tan solo parecen pequeñas hojas a la deriva. Incomprensiblemente, si vendo alguna unidad en España, vendo una o dos en los EEUU. ¿Que quiere decir esto? Pues sabiendo que solo los tengo publicados en castellano, mi lectura es que al otro lado del charco se compran muchos más ebooks que aquí. Hay por ahí un proyecto de traducir uno de mis libros al inglés, pero como es un favor que le he pedido a un familiar, no se cuando ni como, ni siquiera sé si realizará. Al que piense ¡qué gorrón! que sepa que una traducción profesional vale de dos mil a tres mil euros, y a mí mis obras me han rentado hasta la fecha la friolera de unos cincuenta euros, más o menos.

  Por el resto, la salud: bien. El fin de año amenaza con abalanzarse sin piedad, con sus kilos de más y sus familiares borrachos diciéndose incómodas verdades a la cara. Pero como es lo mismo de siempre, uno ya está inmunizado para ese veneno, y en algún rinconcito en el fondo, hasta lo disfruta.

Felices fiestas y mucha suerte para el año que se avecina. Nos hará falta.