Bromas a parte, la crítica constructiva más repetida entre mis allegados es que condenso demasiado los relatos, que me podía estirar un poco más en las descripciones y en desarrollar a los personajes. Este hecho ha sido intencionado y me explico.
Cuando empecé a escribir "El Último Viaje de los Samurais", tenía sobre mi cabeza la típica inseguridad que todo aquel que ha escrito algo para los demás reconocerá muy bien. Es muy complicado escribir algo, aunque sea de ficción, y exponerlo a las críticas del resto del mundo. Si después de desnudar tu alma en un relato y aplicar sobre él toda tu buena intención, las críticas son desfavorables, te sienta como si te estuvieran apaleando literalmente. Algo así sentí cuando recibí la primera crítica -cruda pero cierta- sobre la ortografía del primer libro, la cual está debidamente corregida. Con ese miedo muy presente y sabiéndome un neófito en estos menesteres, decidí que no podía lanzarme a buscar el libro perfecto desde el minuto cero. Intenté darle más importancia a la historia y que resultara amena de leer, con el añadido de que tengo perfecto conocimiento de que escribo para dispositivos portátiles y sus baterías me lo agradecerán.
Ahora me siento algo más respaldado. Por lo tanto intento progresivamente darle cada día algo más de profundidad a mis relatos, con el permiso de mis lectores que como ya he dicho en alguna ocasión, son por y para quién escribo. Un escritor necesita de sus lectores, no tanto de sus halagos, sino de su comprensión y aceptación, o por lo menos así me sucede a mi.
Por todo ello, tengo en dique seco el último trabajo, "Pueblo Inferno", porque aunque ya he llegado al final, voy a comenzar desde el principio a revisarlo para intentar solventar esto mismo, por lo que puede que su publicación se retrase más de lo que me gustaría.
Puede que la espera merezca la pena.
Saludos.
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